La vida, como la flor de loto, nos reta a florecer incluso en las aguas más turbias. Desde lo terrenal
hasta lo espiritual, desde la raíz hasta la luz, cada paso es una transformación.
En esta obra, me represento a mí misma en un viaje de evolución. A través de los mudras, gesto
sagrado de conexión, canalizo la energía de la introspección y la trascendencia. Dos versiones de la
flor: una en rosa, símbolo del amor y lo terrenal; la otra en morado, color de la espiritualidad y la
elevación.
Es un recordatorio de que somos capaces de crecer, de encontrar belleza en la adversidad y de
elevarnos más allá de nuestras propias limitaciones. Porque trascender es más que cambiar, es
florecer desde dentro.
Impresión por inyección de tinta en papel de celulosa mate,
Hahnemühle Matt Fibre 200gsm.
Año 2018
La flor de loto tiene la capacidad de sobrevivir en entornos difíciles, como las zonas pantanosas, de allí que sea frecuentemente asociada con los complejos procesos vitales que debe enfrentar el ser humano, como el crecimiento personal que va de lo banal a lo espiritual.
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