Esta obra es una celebración de la diversidad, la música y la belleza del cuerpo humano. Me inspiré
en la riqueza de las diferentes etnias, en los matices que nos regala la piel y en la conexión profunda
entre la figura femenina y la expresión artística.
Cada mujer en la composición transmite una energía única: una en introspección, otra en plena
ejecución y una más dejándose llevar por la melodía. Los instrumentos no solo evocan sonidos, sino
que también se convierten en una extensión de sus cuerpos, en una forma de comunicación sin
palabras.
Me fascina cómo la luz juega con la piel, resaltando sus tonalidades, sus texturas y su movimiento.
Quise plasmar la armonía entre la música y la figura humana, capturando ese instante donde la
estética, el ritmo y la identidad se encuentran en un solo cuadro. Es un tributo a la feminidad, a la
cultura y a la magia que surge cuando el arte se convierte en lenguaje universal.
Técnica óleo sobre tela
Medidas 100 x 180 cm
Año 2009
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