Esta obra también me representa. Es un retrato del alma en un momento de profunda vulnerabilidad.
Aunque está en blanco y negro, las lágrimas que brotan de los ojos están llenas de color, como si
cada emoción se transformara en luz y pigmento. Llorar no siempre es rendirse… a veces es soltar
para poder renacer.
Los colores que corren por las mejillas simbolizan esperanza, transformación y fuerza interior. En las
pupilas se reflejan símbolos espirituales, recordándome que incluso en la oscuridad hay guía,
conexión y propósito.
Esta obra nace de un momento en el que sentía mucho dolor, pero también un deseo profundo de
sanar. Cada trazo fue una forma de liberar lo que dolía y darle sentido a lo vivido. Porque, así como
pinto, también me reconstruyo.
Impresión por inyección de tinta en papel de celulosa mate,
Hahnemühle Matt Fibre 200gsm.
Año 2019
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